viernes, 8 de abril de 2011

LA OTRA PARTE DE LA HISTORIA


ENTREVISTA  AL SR. FELIPE HERNÁNDEZ JUÁREZ

El entrevistado, es originario de una comunidad de Soto la Marina. Actualmente tiene su domicilio en  el Puerto de Tampico. Después de saludarlo le hicimos las siguientes preguntas:
1.     ¿Es verdad, que el pueblo participó en la Revolución, revelándose contra el dictador Porfirio Díaz? Mire usted, no todo el pueblo se podía revelar, porque le diré; mi padre nació en el año 1900… (se quedó pensando un momento) aún era un niño cuando empezaron los problemas. A él todavía  no le interesaban esos asuntos de la política, además que, las noticias en ese lugar de la sierra, pues no llegaban con facilidad.
2.     ¿Qué recuerdos tiene, sobre cómo se vivió la revolución en el lugar donde Ud. Creció? Pues verá. Así nos contaban los grandes de la comunidad; se hablaba de la gente que andaba en la revuelta. A según entraban a los ranchos, buscando comida y bestias. No crea Usted, que pedían con educación o que les explicaban a las personas de esas casas que atacaban, de las razones que tenían para andar en la lucha. Ellos obligaban a las señoras con malas palabras a que les dieran de comer y además cargaban con los caballos o machos que encontraban…y si protestaban, pues, dejaban a un cristiano colgado, para amansar la gente.
3.     ¿Cómo es que llegaban a sus comunidades, si entonces no había carreteras? Nombre…eran muy listos. De cada lugar onde iban, agarraban uno; ya sea joven o viejo, para que los llevara a otro lugar. La gente caía redondita en sus trampas. Les preguntaban quién tenía y cuántos animales o bienes poseían y pues les decían todo. No querían ser los únicos que cooperaran a fuerzas con la causa.
4.     ¿Por qué cree usted, Villa y Zapata se enfrentaban al gobierno? No pues…esos señores ni se nombraban por acá, solo sabían que si llegaban los del gobierno o sea, los soldados, tenían que andarse con ciudad o, porque, ya no sabía uno de quien cuidarse; la gente siempre tenía miedo. Nos contaba mi padre, ” unos parientes tienen que irse para la sierra porque  quieren tronarlos  los de la bola, por darles informes de ellos a los del gobierno y pues los soldados no los protegen, así que, no digan nada de lo que vean…porque nos va peor.”
5.     ¿A las mujeres, las respetaban? No, nada de eso. A las muchachas había que esconderlas. Las llevaban rumbo a la sierra del sombrerito, a unas cuevas;  porque si no hacían eso,  cargaban con ellas.  No volvían a saber de ellas nunca. Las que se quedaban en casa porque tenían muchachitos de pecho, pues las hacían como querían y las dejaban con otra panza. Por eso, hubo en ese tiempo,  señoras que traían hijos de diferente padre; no porque les gustara, sino que, pues a dónde corrían,  si traían dos o tres niñitos tras ella.
6.     Entonces, ¿sufrían más los del pueblo que los que andaban en la revuelta?  Yo creo que fue parejo. A mí me platicó la madre de mi esposa, que ella tenía un hermano bien canijo. Nunca decidió sentar cabeza. No le gustaba tener responsabilidad, así nomás las tomaba y con la misma las dejaba. No le gustaba trabajar. Un día se desapareció. Ya no lo cantaban entre los vivos porque pues, andaba con ellos. Cuenta la mujer que hasta el fondo de  su solar tenía un maíz amonado; allá fue un día a tirar los asientos del café y escuchó ruidos entre el maíz.  Se asomó.  Grande fue su sorpresa… éste le chistaba para que lo viera. Andaba bien negro de mugroso, la ropa harapienta, bien flaco y hambriento. Cuando lo miró le dijo: Y ahora tú, ¿porque te andas escondiendo?  Él le contestó_ ¡cállate, Licha! Me escapé y me buscan para tronarme; no ves que es lo mismo morir que desertar_ (continuó)_ Dame  algo de tragar y no le digas a nadie donde estoy_
7.     Pues sí que era difícil para ellos. En la comunidad donde creció usted ¿Hubo alguna batalla cercas? Mi hogar se ubicaba en “Las Alazanas” Y  sí, hubo una guerra cercas de ahí, rumbo a “La Lobera”. Por allá hay una hacienda vieja. Nos contaban los grandes de edad, “Los tronidos de la pólvora se oían muy cercas, pero nadie se atrevía a ir. Después de unos días, cuando calculamos que no había peligro, fuimos”. Contaba mi padre que todo ese lugar, donde se enfrentaron el gobierno y los revolucionarios, estaba anaranjado… bien quemado el pasto y  los arboles, como si le hubieran metido lumbre. Por ahí, al pié de un árbol grueso, se encontraron un arma. No había ni un cuerpo; vaya usted a saber, si  se los comieron los animales o cargaban con ellos y les daban cristiana sepultura. Nunca supimos que hacían con sus muertos.
8.     ¿A quién cree usted, Don Felipe, que benefició esta guerra? Por los libros que estudiamos, pues a todos, pero si pudieran contestar los que vivieron ese tiempo, como nos contaban a nosotros, cuando íbamos al colegio, el beneficio fue para los que se quedaron en el gobierno. Uno como quiera siguió en lo mismo. A mi padre, de todo lo que tenía mi abuelo, le quedaron unos cuantos animales y las bestias que lograron esconder. Lo que no pudieron sacar del rancho, se lo quitaron los revolucionarios. Así que para ellos no hubo beneficio.
Después de agradecer la entrevista, nos retiramos muy contentos de poder compartir para ustedes estos eslabones perdidos de la historia de México.
Entrevistadores: Profesores. Bertha Alicia Plascencia Ramírez y Sergio Hernández Castillo.


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